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lunes, 30 de julio de 2018

La amistad como seducción




Uno de los diálogos de Platón que más me impacta y seduce, por su tono dramático y al mismo tiempo su carácter lúdico, de humor intelectual, es el Lisis (Sobre la amistad). En él Sócrates despliega plenamente su capacidad de seducción filosófica.

¿Cuál es el escenario dramático? Dos jóvenes efebos, Ctesipo e Hipótales, amigables y despreocupados, son invitados por Sócrates para que lo pongan al tanto de cuáles son sus intereses en el gimnasio. Hipótales queda “fuera de base”, y se ruboriza ante la pasión que lo envuelve. Esto le da a Sócrates la oportunidad de presentarse a sí mismo como un experto en cuestiones de amor. Ctesipo sale al paso de su compañero y comunica a Sócrates el enamoramiento de Hipótales por Lisis, y de cómo aquél se desvela en arrebatos de inspiración poética. Sócrates aprovecha para dar la primera lección: que no conviene elogiar a la persona que se quiere seducir, pues: “el que entiende de amores no ensalza al amado hasta que lo consigue”. Así pues, para conseguir “ser grato a los ojos del amado”, Sócrates planeará una nueva estrategia para atraer la atención del joven Lisis. Y le aconseja a Hipótales ocultarse, mientras atrae a Lisis.

Cuando Sócrates queda a solas con Lisis, comienza un primer diálogo con el niño, que versará sobre su actual situación de subordinación, como hijo menor. Sócrates y Lisis acuerdan que la razón de que sus padres obren así es la consecuencia de su falta de capacidad y entendimiento, por su corta edad e inexperiencia. Cuando Lisis admite que poseer un saber práctico y útil es la condición, tanto de su libertad de movimiento como del aprecio de sus padres para con él, Sócrates amplía el horizonte de esta situación a niveles de mayor abstracción, para reafirmar su tesis fundamental de que la utilidad es el motivo más sustantivo para ser querido, induciendo al niño para que admita que la utilidad de su sapiencia será valorada también luego por los demás. Y concluye que para ser amigo de alguien y para que alguien sea amigo nuestro es necesario ser útil. Esta tesis central no será refutada como idea fuerza y atravesará todo el sentido del diálogo.

En este comienzo del diálogo se recalca la función educativa y de perfeccionamiento moral del amor y, a la vez, enseña (sobre todo a Hipótales que sigue de cerca la conversación) que al ser amado no se deben dirigir elogios, de modo que su orgullo lo envanezca, sino, por el contrario, se deben usar palabras que rebajen sus pretensiones de suficiencia, lo que debe dar como resultado un ansia natural de mejoramiento. Y con más razón si el amado es un joven cuya falta de experiencia se educa por medio del amor filial, según los cánones tradicionales.

En un segundo momento, ahora con Menexeno. compañero discutidor de Lisis, lo que hará Sócrates es justamente erosionar la evidencia de lo recíproco en la amistad mediante la dislocación del sujeto amigo, desde su rol activo, como amante, hacia el rol pasivo del otro sujeto como amado. La pregunta desencadenante es: Si un hombre ama a otro, ¿quién es el amigo, el que ama o el que es amado? Y el dialogo avanza al estilo socrático, desmontando poco a poco todas las respuestas que Menexeno va dando. Al retirarse este último, Sócrates vuelve ahora a la indagación con el pequeño Lisis. Sócrates sugiere a Lisis revisar las opiniones de los poetas. Y continuando el va y viene del diálogo socrático van concluyendo que son los opuestos y no los semejantes los sujetos más idóneos para tener relaciones de amistad basadas ahora en la complementación de una necesidad. Pero esta tesis de la atracción de los contrarios luego será refutada. Y Sócrates avanza con una nueva intención, consistente en introducir un tercer género, el neutral o intermedio, que sería lo amigo de lo bueno.

El logro inmediato de esta parte del drama es que el verdadero sujeto de la amistad es el ser humano, instalado entre los dioses y las bestias, entre lo perfecto y lo imperfecto. No obstante, y para llenar de contenido el sentido último de la amistad, hay que avanzar hacia la pregunta por el sentido último de la amistad en conexión íntima con la sabiduría existencial que Sócrates busca. Ahora Sócrates propone un cambio de punto de vista. Si alguien ama, o es amigo, debe ser por alguna causa y buscando algún fin. ¿Y será esto, con miras a lo cual un sujeto es amigo o amante de su amado, también algo deseado?

En términos sencillos se plantea que, en este proceso del deseo, no todo es apreciado por sí mismo, sino que algunas cosas lo son por otras que vendrán después; y como no se puede desear en forma indefinida, tiene que haber algo que es querido como fin último: este es el primer amigo u objeto último del amor en la cadena del deseo. Este esquema muestra un escenario teórico en donde se distinguen con claridad los medios y los fines. Si ese objeto superior existe, implica que todos los amigos queridos sólo son como fantasmas con respecto a lo verdaderamente querido, pues esto es esa cosa última, que no es deseada sino por sí misma. Sócrates identifica este primer amigo con el bienestar o felicidad, que en la perspectiva inmanente del diálogo equivaldría a aquello de mayor utilidad, cuestión que no se ha refutado hasta ahora en el diálogo.

Ahora bien, ¿si lo que amamos como fin último es el bien-útil?, la respuesta definitiva debe apuntar a la conveniencia como criterio decisivo. Pero ¿útil para qué, o mejor dicho, para quién? En este punto me parece que hay dos opciones posibles de adoptar, la primera es:

a.      El autoamor: no amamos el bien por sí, sino porque lo necesitamos nosotros mismos. Cada uno de nosotros es el verdadero y primario amigo, y siempre sería así, sin importar cuál fuera el bien querido. Se entiende que debido a que nos amamos a nosotros mismos, también queremos el bien (en cuanto útil), pues éste es el remedio contra el mal que impide que disfrutemos lo que somos.

b.      El amor a los otros: Para ello debemos recordar el planteamiento inicial del diálogo con Lisis: el joven será querido por todos en la medida en que su buena educación lo transforme en alguien provechoso crecientemente; si Lisis llegara a tener un saber útil para los demás, es decir, para sus padres, sus vecinos, sus conciudadanos, lo estimarían como un ser amable, como un sujeto provechoso en este esquema progresivo de una sociedad que se beneficiará con su sabiduría práctica. Ser útil para los demás es la posible salida al matiz egocéntrico del amor a sí mismo, que siendo verosímil resulta incompleto y narcisista.

Caigo ahora en el último giro de este dialogo, en donde se esboza una teoría general del deseo a partir de una nueva estrategia de refutación. Puesto que antes se dijo que el sujeto humano, que no es ni bueno ni malo, ama lo bueno por causa de lo malo, la falacia reside en que si el mal –ya sea del cuerpo o del alma– no existe más, entonces el bien ya no sería de ninguna utilidad; y aparece así que el bien ya no sería querido por sí mismo sino como una condición instrumental para conseguir otra cosa. Entonces resulta que la causa de que algo sea querido es el deseo, y –agrega Sócrates– uno desea aquello que le falta. Luego resulta que el amor, la amistad y el deseo  apuntan siempre a lo más propio y familiar, es decir, a lo que le pertenece a uno por naturaleza: lo que es connatural. Si Lisis y Menexeno son amigos, entonces lo son porque de algún modo son afines y se pertenecen el uno al otro, y nadie desea o ama a otro a menos que sea parecido a su amado. Se concluye que el verdadero y no fingido amante deberá ganarse el afecto de su amado.

La teoría de la seducción socrática consiste entonces en una inducción del amado para reducir su autoestima y así crearle la necesidad de una relación de maestro y discípulo. Ser amado equivale a ser necesario y eso implica estar inserto en un mundo, donde la función provechosa es un fenómeno dialéctico entre individuo y sociedad. Es la satisfacción amplia de sentirse parte de un todo, en donde se construye una forma de utilitarismo práctico y recíproco, eso sí, mediatizado por una educación de inspiración socrática, en la medida y proporción que le compete a cada miembro de la comunidad.


martes, 8 de mayo de 2018

Amar… Amor… ¿por qué (es… eres) tan complicado?



Sé que soy el único al que has amado; sólo que yo he recorrido más, porque antes
ya había amado; pero… ¿por qué no crees que hoy solo te amo a ti? … aunque los
recuerdos del pasado permanezcan. Y espero que, a pesar de esa diferencia, logres
comprenderme.

Sé que soy el único que hace latir tu corazón. ¿Y no comprendes que tú haces latir el
mío? Pero me desconcierto por algunas actitudes tuyas. Pero, poco a poco, voy aprendiendo
a esperar… silencioso… tu respuesta. Porque sé que estás viviendo algo que es
nuevo para ti… Y que eso no es fácil.

Sé que soy la única razón por la cual te levantas cada día. Sé cuánto me amas, lo he
experimentado muchas veces, tantas como las que siento que no me crees que de
verdad te amo.

Sé que sin mí no sientes seguridad de vivir. Y por eso no entiendo lo difícil que te es
aceptar mi apoyo y mi protección.

Solamente me gustaría que creyeras que yo siento igual, aunque soy diferente a ti.
Solamente me gustaría que no me vieras como algo irreal.
Solamente anhelaría que me dejaras hacer mi proceso para dejar el pasado atrás y
creyeras que lo estoy haciendo por ti.
Solamente desearía que te apoyaras en mí.
Solamente sé que te amo y no quiero perderte, aunque a veces me siento perdido contigo.
A veces no sé cómo tratarte.

Y me extraña que en ocasiones pienses que te dejo en tu soledad…. Cuando no he
dejado de ofrecerte mi apoyo y siento que tú te estás escondiendo de mí.
Y te he dicho y creo que te he mostrado que realmente no quiero llevarte por los
caminos que ya he pisado en el pasado.

Quiero construir algo nuevo contigo…. Pero sabes... a veces no sé cómo hacerlo y me
da miedo que me sienta de pronto cansado y no sepa qué más hacer.
Solamente deseo de corazón amarte, solo eso… amarte y solo estar junto a ti.


martes, 24 de abril de 2018

¿Qué es de verdad amar?


Nos enamoramos cuando conocemos a alguien y surge una atracción tan fuerte por esa persona  que dejamos caer, para él o ella, las barreras que mantenemos frente a los demás. Comenzamos a compartir con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos y tenemos la sensación de que, por fin, hicimos una conexión verdadera con alguien. Este sentimiento nos llena de placer; incluso la química corporal cambia. Nos sentimos felices y andamos todo el día de buen humor y como atontados. Es normal que cuando estamos enamorados nos parezca que nuestra pareja es perfecta: la persona más maravillosa del mundo. Y por ahí comienza la diferencia entre enamoramiento y amor.

Empezamos realmente a amar cuando dejamos de estar enamorados. ¿Extraño, no? Pero así es. El amor implica conocer a la otra persona, requiere tiempo, supone reconocer los defectos del ser amado, ver lo positivo y lo negativo de la relación. Esto no quiere decir que enamorarse no sea bueno; al contrario es maravilloso. Sin embargo, es solo el comienzo de algo mucho más sublime. Lamentablemente muchas personas no alcanzan a vivir esta experiencia extraordinaria del amor, pues son adictas a estar enamoradas: terminan sus relaciones cuando la magia de haber conocido alguien nuevo desaparece; cuando empiezan a descubrir defectos en la otra persona y a darse cuenta que no es tan perfecta como pensaban.

Y es que el verdadero amor no es ciego. Cuando amamos a alguien vemos sus defectos, pero los aceptamos; vemos sus fallas, pero lo ayudamos a superarlas. Al mismo tiempo esa persona ve tus propios defectos y los entiende. El amor verdadero se fundamenta en la realidad, no en el sueño de encontrar o no a tu príncipe azul o a tu princesa encantada.

Encontré a una persona maravillosa, de acuerdo, pero no es perfecta ni yo tampoco. Encontré mi alma gemela, pero también los gemelos discuten y también tienen diferencias. Amar es poner en una balanza lo bueno y lo malo de esa persona, y después amarla. El amor es una decisión consciente y responsable.

A veces he oído hablar sobre personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pudieron evitarlo. ¿Es que acaso es una cuestión de suerte? ¿Acaso amamos por arte de magia? ¿O es que se supone que alguien más tiene poder sobre nosotros? De ningún modo. Puedo sentir una gran admiración por alguien, puedo desear tener una relación con alguien, puedo desear encuentros sexuales con alguien, puedo estar muy agradecido por lo que alguien ha hecho por mí, pero...no lo amo. El amor brota de la convivencia, del acompañar y el comunicar, de dar y recibir, de intereses mutuos, de sueños compartidos. Yo no puedo amar a alguien que no me ama, o que no se interesa en mí. El amor verdadero es recíproco. Recibes tanto como das.

En síntesis:

Enamorarse no es lo mismo que amar.
Yo decido a quién amar.
No puedo amar a quien no me ama.

El amor se basa en la realidad.
El amor no es ciego.
Si bien el amor se basa en lo real, también es cierto que puedo alcanzar mis sueños.
Por eso hay que buscar la forma de encontrar el amor en la persona de mis sueños.

Hoy sé que se empieza a amar cuando se deja de estar enamorado.
Porque he aprendido que el amor llega cuando conozco profundamente al ser amado,
y eso implica vivir juntos experiencias agradables y dolorosas.
Implica reconocer y aceptar los defectos del ser amado, así como los propios;
ver lo positivo y lo negativo de esa relación vivida en el tiempo.
Implica perdonar y olvidar… Implica ser incondicional.
E implica aceptar que el amor puede acabarse.


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