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martes, 3 de julio de 2018

Lo difícil que es hacerse entender…


Realmente a veces es difícil lograr que nuestras palabras, gestos y lenguaje no verbal sean comprendidos plenamente o, al menos, que nos entiendan como queremos. Hay muchos factores que inciden en ello, algunos nuestros y otros de la persona que queremos que nos entienda. Factores como los estados de ánimo, las experiencias que acabamos de vivir, los problemas que nos aquejan,
etc.

Hoy se me presentó una situación donde lo que yo quería transmitir fue malinterpretado. Es un simple ejemplo de discrepancia entre lo que pretendí expresar voluntariamente y lo que fue percibido por la otra persona. Típica situación que genera más desgastes y discusiones que las que el tema merecía. Pero examinando ahora la situación, con un poco más de distancia, descubro que sencillamente fui víctima de mi propia ansiedad, de mi deseo de compartir lo que sentía.

¿Por qué nos es tan difícil entender y aceptar las cosas sencillas de la vida? ¿Por qué nos gusta sufrir cuándo en realidad hay cosas que podemos solucionar con facilidad, por qué malgastar nuestra vida y olvidar los regalos que se nos dan? ¿Será porque no valoramos lo que tenemos en realidad? ¿Cuántas veces hemos dejado ir alguien o algo que vale la pena y luego nos arrepentimos... y lo peor es que ya
nunca más volverá? Son preguntas importantes, pero no tengo la respuesta para ellas…

Lo mismo ocurre en el mundo de la educación en el que me muevo: cada vez más y más veo lo complicado, lo arduo, que es comprender lo que alguien nos quiere decir, sobre todo si es un punto de vista nuevo para quien nos escucha, y lo difícil que es hacerse entender cuando la otra persona no hace más que buscar en su mente ideas similares, compararlas y así creer que ya sabe de lo que hablo. 

En ese caso, si lo que decimos no encaja del todo con su idea preconcebida, entonces sencillamente dice que no está de acuerdo con nuestra idea. Así explicar algo, y hacerse entender, se vuelve una carrera de obstáculos. ¿Por qué será tan complicado hacernos entender?

Sencillamente tengo que decir que no sé la fórmula mágica para entender mejor a los otros, ni para hacerme entender con facilidad. Pero lo que sí sé, es que todo tiene que ver con escuchar a los otros con auténtica atención, sin comparar lo que está diciendo con lo que ya sabemos, o creemos saber… tratando de ver las cosas con sus propios ojos, captando su punto de vista.

sábado, 5 de mayo de 2018

¿Qué es una vida realizada?

Como es claro, me gusta la filosofía… y por sobre todo, me gusta la idea de un pensamiento ampliado (a mi modo de ver el mayor aporte del pensamiento actual y del humanismo contemporáneo). Esta idea no es otra cosa que una nueva filosofía que comprende: una teoría que da a la autoreflexión el lugar que se merece, así como una ética abierta al universo globalizado al que hoy tenemos que enfrentarnos, y una doctrina post-nietzscheana del sentido de la existencia y de eso que llamamos “salvación”. Con este nuevo planteamiento del pensamiento ampliado podemos pensar de otro modo, superando el escepticismo y el dogmatismo, y la realidad enigmática del pluralismo filosófico (que, por lo general, produce o escepticismo o dogmatismo).

Podemos ser escépticos porque desde el principio las distintas filosofías se han disputado entre sí, sin llegar a un acuerdo sobre lo que es la verdad. Pero es que esa pluralidad irreducible es la mayor prueba de que la filosofía no es una ciencia exacta, de que en ella reina una gran confusión, y, en el fondo, una incapacidad de dar con la verdad. Y dado que existen muchas formas diversas de ver el mundo y no es posible llegar a un acuerdo, el escéptico tiene que admitir que ninguna de ellas puede pretender seriamente haber hallado una respuesta más verdadera que las otras. Luego, para él, la filosofía es inútil.

O podemos ser dogmáticos: cuando pensamos que existen muchas formas de ver el mundo, pero la mía, o al menos la que defendemos, es evidentemente superior y, por eso, más verdadera que las demás que, en últimas, no son sino una larga cadena de errores.

En cambio, la noción de pensamiento ampliado nos sugiere otra vía: descartando tanto el pluralismo como la renuncia a las propias convicciones, somos invitados a descubrir lo que pueda haber de justo y valioso en cada visión del mundo, sea para llegar a comprenderla, sea para, en el mejor de los casos, integrar elementos de ellas en la propia visión del mundo. Se trata de dejar de presuponer a priori la mala fe del contrario e intentar entendernos, hasta llegar a comprender que siempre hay algo del otro y de lo que él piensa, que puede seducirnos y convencernos. Así ampliamos nuestro horizonte y dejamos de tener un pensamiento y una cultura parroquial, local y circunscrita a lo folklórico de nuestro entorno; para abrirnos a lo universal, a lo que es válido para toda la humanidad. Así dejamos lo particular (concreto) y lo universal (abstracto) y los fundimos en lo singular, que es lo que nos hace únicos e irrepetibles, y por ende, felices y realizados.

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