Mostrando las entradas con la etiqueta Presente. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Presente. Mostrar todas las entradas

miércoles, 19 de marzo de 2025

¿Realidad o/y sueño?



Viene a mi mente aquella canción de Jarabe de Palo “Realidad o sueño”  (http://www.youtube.com/watch?v=Nm3QhuZe8Ok):

¿Qué hay de malo en perseguir los sueños? ¿Qué hay de malo en soñar despierto?”
“¿Son los sueños realidad o sueños? ¿Es la realidad verdad o un sueño
?”

A veces es complicado distinguir entre los sueños y la realidad.

¿De qué está hecha nuestra realidad? Buda dijo alguna vez: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”. Pero nuestros pensamientos, aunque existen y sean innegables, ¿son reales o ficticios?  O mejor, ¿dependen de las propiedades tangibles de las cosas o de nuestras experiencias y sensaciones? Y esta idea… ¿es un pensamiento spinoziano o es mío?

Después de Freud sabemos que cada persona puede mantener un diálogo singular con su inocente fantasía y que, además, esto le permite a cada uno mejorar su vida. Entonces, esas fantasías o sueños ¿son reales o simplemente pueden influir y transformar mi realidad? Pero, si lo hacen ¿no terminan entonces siendo reales? Que lio.

Qué tal si yo dijera: Dame un sueño… Y haré de él un hecho”. Aunque suene a frase romántica (como para decirsela a la persona amada y que ésta caiga rendida a tus pies) no hay duda que muchos – yo mismo lo he hecho– han logrado transformar los sueños de alguien en realidad. Entonces, ¿será que la frontera entre sueño y realidad no es infranqueable? ¿No será que los sueños hacen parte de esa porción de la realidad que aún no es pero que puede llegar a ser si lo deseamos y nos esforzamos?

Yo con frecuencia sueño con los ojos bien abiertos y me creo lo que sueño. Además, por mi forma de ser, creo en los sueños indestructibles (como esos que poseen los niños cuando juegan o dialogan son su “amigo imaginario” o cuando construyen realidades imaginarias). Y creo en los sueños reales que circulan por ahí, sin rumbo ni dueño, esperando que cualquiera se los apropie y los haga reales para alguien. Pero no por creer en todo ello me siento menos realista que quienes piensan que soñar es perder el tiempo.

¿Por qué será que cuando se quiere promocionar algo se utiliza la consabida frase “un sueño hecho realidad”? ¿Será solo cuestión de mercadeo o publicidad? O será que, en el fondo, todos sabemos que la frontera entre sueño y realidad no es infranqueable, o mejor, que no existe.

Ahora bien, un proyecto (¿un sueño?) se adapta, se adecua o aplica a la vida al realizarse; y una teoría (¿será real una teoría?) adquiere pleno sentido cuando se la lleva a la práctica. Entonces, ¿no será que un sueño se vuelve auténtico cuando desaparece la frontera entre él y la realidad? ¿No será que los sueños son simplemente aquella realidad que aún no está en nuestras manos, pero que si luchamos por ella la podremos conseguir?

Porque creo en todo lo que he escrito hasta aquí… me atrevo ahora a decir: Cree en tus sueños para que ellos crean en ti… y así todo lo que hasta ahora sólo has logrado imaginar se transformará en realidad.

Porque lo que imaginamos existe, aunque en el mundo de los sueños. Pero no hay problema: cada niño que nace viene al mundo con el mayor de los dones: un corazón con el poder para convertir los sueños en realidad. El problema es que la cruel realidad que hemos creado (incluida en ello la educación) - si nos descuidamos-  puede robarnos o destruirnos ese poder. No te dejes. No permitas que nada ni nadie te robe el poder que tienes de convertir tus sueños en realidad.





lunes, 14 de mayo de 2018

Presente, pasado y futuro

Umberto Eco escribió alguna vez una frase que me permite evocar muchas cosas: “Hacer que el pensamiento progrese no significa necesariamente rechazar el pasado: a veces significa volver a él; no sólo para entender lo que efectivamente se dijo, sino también lo que hubiera podido decirse, o al menos lo que puede decirse ahora (quizá solo ahora) al releer lo que entonces se dijo”.

Creo que vivir (y mucho más vivir a plenitud, con felicidad, a pesar de las dificultades) es toda una aventura. Como toda aventura tiene su cuota de novedad, de descubrimiento... pero también de riesgo, de cansancio y de incertidumbre. Ahora bien, vivir de un modo plenamente humano (sea lo que sea que eso signifique para cada cual) es una aventura inscrita en una historia, es decir, en un presente con referencia a un pasado y dirigido hacia un futuro.

¿A qué viene todo este párrafo de lenguaje filosófico? Simplemente a que, con mucha frecuencia, cuando vivimos (mucho más cuanto más jóvenes somos), sólo queremos ver y disfrutar la aventura del presente: actuar ya (sin pensar tanto), buscar los resultados ahora (sin medir sus consecuencias ni indagar sus causas). Y resulta que muchas experiencias del pasado, mucho de lo que dijimos o hicimos antes tiene significado ahora, al menos en tanto que nos permite entender porque somos así ahora, o porque actuamos de tal modo ahora.

Nuestro pasado es importante, es nuestro y solo nuestro; no tenemos porqué olvidarlo ni mucho menos rechazarlo o temerle (haya sido como haya sido) y, casi siempre, volver a él nos ayuda a entendernos mejor hoy y a explicar mejor lo que fuimos. ¿No es cierto que hoy tenemos más elementos para entender lo que dijimos o hicimos ayer? ¿No es mucho más clara nuestra historia cuando la releemos con los elementos del presente? Volver a nuestro pasado (no para decir inútilmente que todo tiempo pasado fue mejor o para lamentar, más inútilmente, lo que no dijimos o hicimos, sino para releerlo con las categorías del presente) es también una aventura tan emocionante como lo es soñar con lo que queremos ser o decir en el futuro; eso si, sin llegar a depender inútilmente de esos sueños que aún no se han realizado.

Creo que todo lo anterior es mucho más contundente cuando se trata del amor. El amor sí que es una aventura, una novedad siempre actual, un descubrimiento cada vez renovado. Y el amor sí que tiene que ver con nuestro presente, pero en referencia a nuestro pasado y orientado a nuestro futuro. Los amores vividos ayer siguen significando hoy; no hay porqué olvidarlos ni rechazarlos ni temerles; y con frecuencia volver a esos amores del pasado nos ayuda a entender y vivir mejor nuestro amor del presente y soñar sensatamente con los amores futuros. 

Momentos…
Si consiguiera volver a vivir otra vez mi vida
me esforzaría por cometer muchos más errores.
No trataría de ser tan perfecto, me desmediría más.
Sería mucho más tonto de lo que he sido, en realidad...
tomaría muy pocas cosas seriamente.
Sería menos puro. Asumiría más riesgos, viajaría más, observaría más ocasos,
escalaría más montañas, me zambulliría en más corrientes.
Viajaría a muchos lugares donde jamás he ido,
saborearía más helados y menos verduras,
viviría más inconvenientes reales y menos realidades imaginarias.
Yo soy de esas personas que vive cuerda y ferazmente cada instante de su vida;
y he tenido períodos de alegría.
Pero si lograra volver atrás intentaría vivir sólo esos momentos buenos.
Si acaso no lo saben, la vida está hecha de eso, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo soy de esos que nunca va a ningún lugar sin planearlo, sin llevar lo indispensable;
Si pudiera vivir de nuevo, andaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir intentaría caminar descalzo.
Daría más vueltas, vería más amaneceres
y retozaría con más niños, si tuviera de nuevo la vida por delante…
Pero ya tengo muchos años y sé que me queda poco.



viernes, 27 de abril de 2018

Presente, pasado y futuro


Umberto Eco escribió alguna vez una frase que me permite evocar muchas cosas: “Hacer que el pensamiento progrese no significa necesariamente rechazar el pasado: a veces significa volver a él; no sólo para entender lo que efectivamente se dijo, sino también lo que hubiera podido decirse, o al menos lo que puede decirse ahora (quizá solo ahora) al releer lo que entonces se dijo”.

Creo que vivir (y mucho más vivir a plenitud, con felicidad, a pesar de las dificultades) es toda una aventura. Como toda aventura tiene su cuota de novedad, de descubrimiento... pero también de riesgo, de cansancio y de incertidumbre. Ahora bien, vivir de un modo plenamente humano (sea lo que sea que eso signifique para cada cual) es una aventura inscrita en una historia, es decir, en un presente con referencia a un pasado y dirigido hacia un futuro.

¿A qué viene todo este párrafo de lenguaje filosófico? Simplemente a que, con mucha frecuencia, cuando vivimos (mucho más cuanto más jóvenes somos), sólo queremos ver y disfrutar la aventura del presente: actuar ya (sin pensar tanto), buscar los resultados ahora (sin medir sus consecuencias ni indagar sus causas). Y resulta que muchas experiencias del pasado, mucho de lo que dijimos o hicimos antes tiene significado ahora, al menos en tanto que nos permite entender porque somos así ahora, o porque actuamos de tal modo ahora.

Nuestro pasado es importante, es nuestro y solo nuestro; no tenemos porqué olvidarle ni mucho menos rechazarlo o temerle (haya sido como haya sido) y, casi siempre, volver a él nos ayuda a entendernos mejor hoy y a explicar mejor lo que fuimos. ¿No es cierto que hoy tenemos más elementos para entender lo que dijimos o hicimos ayer? ¿No es mucho más clara nuestra historia cuando la releemos con los elementos del presente? Volver a nuestro pasado (no para decir inútilmente que todo tiempo pasado fue mejor o para lamentar, más inútilmente, lo que no dijimos o hicimos, sino para releerlo con las categorías del presente) es también una aventura tan emocionante como lo es soñar con lo que queremos ser o decir en el futuro.

Creo que todo lo anterior es mucho más contundente cuando se trata del amor. El amor sí que es una aventura, una novedad siempre actual, un descubrimiento cada vez renovado. Y el amor sí que tiene que ver con nuestro presente, pero en referencia con nuestro pasado y orientado a nuestro futuro. Los amores vividos ayer siguen significando hoy; no hay porqué olvidarlos ni rechazarlos ni temerles; y con frecuencia volver a esos amores del pasado nos ayuda a entender y vivir mejor nuestro amor del presente y soñar con los amores futuros.




Si consiguiera volver a vivir otra vez mi vida
me esforzaría por cometer muchos más errores.
No trataría de ser tan perfecto, me desmediría más.
Sería mucho más tonto de lo que he sido, en realidad...
tomaría muy pocas cosas seriamente.
Sería menos puro. Asumiría más riesgos, viajaría más, observaría más ocasos,escalaría más montañas, me zambulliría en más corrientes.
Viajaría a muchos lugares donde jamás he ido,
saborearía más helados y menos verduras, viviría más inconvenientes reales y menos realidades imaginarias.

Yo soy de esas personas que vive cuerda y ferazmente cada instante de su vida; y he tenido períodos de alegría.
Pero si lograra volver atrás intentaría vivir sólo esos momentos buenos.
Si acaso no lo saben, la vida está hecha de eso, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo soy de esos que nunca va a ningún lugar sin planearlo, sin llevar lo indispensable;
Si pudiera vivir de nuevo, andaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir intentaría caminar descalzo.

Daría más vueltas, vería más amaneceres
y retozaría con más niños, si tuviera de nuevo la vida por delante…

Pero ya tengo muchos años y sé que me queda poco.  Pero eso si... los seguiré aprovechando hasta que pueda para ser feliz... y para seducir a otros a serlo... esa mirada lo expresa plenamente.

Estrada destacada

A pesar de todo...di sí a la felicidad.

  Recuerdo una estrofa común en ciertas canciones (con algunas variaciones): “ A pesar de todo; a pesar de todo, yo me enamoré ”, "A pe...

Estradas populares