viernes, 14 de febrero de 2025

¿Infidelidad o pérdida de la confianza?

 


El verdadero problema de una relación no es la infidelidad sino la pérdida de la confianza

Ambas palabras provienen de la palabra fe, que a su vez deriva del vocablo latino fĭdes, que significa: fe, confianza, crédito, buena fe, palabra dada. El campo semántico de la palabra fidelidad contiene especialmente el tema de la confianza, la fe y la palabra empeñada, por eso se alude a la infidelidad cuando existe una ruptura, ausencia o falta de confianza o fe.

Por lo general la mayoría de las personas considera infiel a quien, siendo consciente de sus actos, transgrede el compromiso de exclusividad sexual con su pareja. Así la infidelidad se considera algo intrínsecamente negativo, pues cuando se ejerce ataca mucho más a un ideal que a una norma social determinada. Hay muchas personas que piensan que si no hubo sexo no fue infidelidad, para ellos los besos no cuentan; otras creen que tan sólo basta con pensar en serlo o fantasear con otra persona para que haya infidelidad. Y algunas otras personas que, por ejemplo, se permiten seducir gente constantemente, llegando a entablar largas charlas, no lo consideran una infidelidad; u otros que piensan que tener relaciones sexuales sin comprometerse afectivamente no es infidelidad. Eso explica creencias como “Mientras no me involucre afectivamente… todo bien”, “El sexo es sexo y la pareja es otra cosa”, “Él/ella también lo haría”.  En cualquier relación siempre hay cosas permitidas y cosas prohibidas. Los problemas en las parejas suelen surgir cuando las reglas del juego no están claras, o cuando alguno las rompe o las infringe.

El problema en el fondo es ver que piensan de eso sus parejas, porque el tema fundamental para hablar de infidelidad es la ruptura del contrato que se había establecido, que suele ser tácito en la mayoría de los casos, y en el cual ambos miembros de la pareja acuerdan mantener un vínculo de exclusividad sexual y afectiva; por lo tanto, si el acuerdo era otro, si estaba permitido cierto tipo de contactos con otros; si se sabe y se dice… es posible que la confianza no se deteriore. Tal vez lo atractivo de la infidelidad es precisamente su condición de ser algo prohibido; por eso es algo deseado: se desea lo que no se tiene y que se supone que el otro/a se lo puede proporcionar. Además no podemos olvidar que el ser humano es por naturaleza trasgresor. Y tal vez por eso, se tiende a mantenerlo en secreto, lesionando la confianza en la pareja. Pero en el fondo, la transgresión de la infidelidad podría ser perdonada, si no ha comprometido ni compromete la confianza existente entre la pareja, así haya roto un supuesto o real contrato.  Por eso, insisto en que el problema real no es la infidelidad como tal sino la confianza existente y su posible pérdida.

Ahora bien, para la psicología social y la sociología, la confianza es una hipótesis – yo diría, una apuesta, en el sentido pascaliano-  que se realiza sobre la conducta futura del otro. Se trata de una creencia que estima que esa persona será capaz de actuar de una cierta manera frente a una determina situación. Por eso,  la confianza puede reforzarse o debilitarse según las acciones de la otra persona. La confianza se va construyendo o se va destruyendo. La confianza supone una suspensión, al menos temporal, de la incertidumbre respecto a las acciones del otro; mientras confiamos, aceptamos, no dudamos, no celamos. Cuando se confía en el otro, uno cree que puede predecir sus acciones y comportamientos; por eso la confianza es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que dicho futuro depende de la acción del otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo. La confianza, por lo tanto, simplifica la relación (y en el fondo todas las relaciones sociales).

La confianza es la que más sale perjudicada después de que una infidelidad es descubierta, la persona engañada tendrá dificultades en volver a creer, en confiar nuevamente pues no se cumplió con lo que se había pactado o convenido. Desde la sospecha hasta la certeza, poco a poco se va destruyendo la confianza de los integrantes de la pareja en la que se basó la relación. Y cuando se pierde la confianza, casi siempre es por agotamiento emocional, y como lo dice Baltasar Gracián, por descuido: “La confianza es madre del descuido”. Por algún motivo se descubre algo oculto y la duda entra en la relación, ya no se cree… se vive en la incertidumbre. Y como la confianza es como un cristal, si se rompe, por más que se vuelva a pegar nunca va a quedar igual.

Pero, claro que la confianza se adquiere con el tiempo y la experiencia. Francis Bacon, hace hincapié en uno de los rasgos que define la confianza: el tiempo transcurrido. Dice así: «La edad parece ser la mejor aliada en cuatro cosas; madera vieja es la mejor para quemar, el vino viejo es el mejor para beber, los viejos amigos para confiar y los viejos autores para leer»

La pérdida de la confianza termina con cualquier relación: el hijo que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse, la pareja que sigue coqueteando con otros o el amigo que suele dejarnos siempre plantados. Todas esta conductas terminarán, tarde o temprano y dependiendo de nuestra propia tolerancia y paciencia hacia la irresponsabilidad, con la relación.

 

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