Alguna vez aprendí que somos
animales y algo más, y que nuestros dramas suelen tener una de dos causas: desconocer
que somos animales o no lograr comprender que somos algo más. ¿Y saben? Ese
“algo más” es simplemente que también somos ángeles…. Y eso me lo enseñó un
ángel terrenal, que para muchos no tenía nada de ángel….pero que para mí lo
fue.
La vida me ha enseñado que vivir
consiste en hacer aquello que elegimos hacer; por eso “Soy el motivo de casi
todo lo que me sucede”… Una manera más poética de decir que soy el
único responsable de lo que soy, de lo que me ha pasado, de lo que me espera… y
lógico, de lo que he ocasionado en los demás.
Compartiendo con uno u otro, con muchos y
muchas, he comprendido que no puedo evitar que aparezcan los problemas, pues interactuar
lleva implícita la “problematicidad” de la vida; pero nada me obliga a convivir
con ellos – con los problemas – para siempre. Otra gran enseñanza de alguien
para quien me convertí en un problema.
Los años me han enseñado que no tengo ninguna
posibilidad de hacer que el tiempo retroceda; pero muchos de aquellos con
quienes he tenido alguna relación me mostraron que tengo todas las
posibilidades de aprovecharlo, de vivir el presente…. Obviamente, dejando atrás
el pasado – y todas sus secuelas – y no quedándome en soñar con lo que aún no
ha llegado.
Otra cosa que he aprendido es que mi corazón es
libre; más aún, que está condenado a ser libre. Pero que
hay que tener mucho valor para hacerle caso: esa fue la enseñanza de quien
siendo bastante racional, fue siempre – por lo menos conmigo – puro
corazón.
En mis
recorridos por tantos ciclos y lugares he conocido muchas personas que, ante un
problema, son especialistas en encontrarle una solución; de ellos aprendí que
todo puede solucionarse, incluso lo que parece insolucionable. Pero también he
conocido muchos que estando ante una solución, le buscan un problema; de ellos,
no he querido aprender nada.
Alguien, que
siempre me ha parecido que no es de este mundo, me mostró que a muchos nos
tiene atrapados alguna “máscara” difícil de quitar… y que eso es lo que nos
lleva a buscar ansiosamente quien nos ayude a quitarla…. Pero lo que realmente
me enseñó fue que para dejar mi máscara, yo necesitaba silencio, conocimiento,
voluntad y osadía. Que sólo podía salir de ella, cuando hubiera entrado en esos
“estados”, cuando hubiera aprendido lo que es necesario aprender. Así…. que a
tener paciencia.
Y en mi trasegar con tantas personas he
comprendido que no hay mucho que una persona pueda hacer por otra, excepto
ayudarla a ayudarse a sí misma. ¿No creen que eso ya sea mucho?
Pero el mayor aprendizaje de todos los que he
tenido es que todas las personas que conozco son mejores que yo en algo. Y
siempre ha sido en ese “algo” donde he aprendido de ellas.